Hoy hablamos de … Dogville

Nacido en Copenhague el año 1956, Lars Von Trier es uno de los directores más creativos e interesantes de la actualidad. Su obra es ampliamente reconocida por la personalidad que desprende y por la diversidad de recursos y registros, aunque también lo es por las diferentes polémicas que la han acompañado. En esta entrada repasaremos una de sus obras más conocidas, Dogville.

Dogville y Dogma 95

Dogville (2003) es una película que narra la historia de una fugitiva que se esconde en un pequeño y aparentemente idílico pueblo. La principal particularidad de DogVille es que la narración ocurre en un escenario teatral, donde solo se marcan las paredes como líneas en el suelo. Esta decisión se enmarca dentro de un movimiento artístico, que él mismo contribuyó a iniciar, llamado Dogma 95. El Dogma 95 consistía en rechazar decorados, efectos especiales y todo tipo de efectismos, con tal de realizar un cine más puro y centrado en la interpretación y en la historia. Por supuesto, esto no es del todo el caso de Dogville, pero sí que hay una voluntad de centrar la atención del espectador en la historia y en los personajes.

Además, en Dogville la supresión del escenario tiene otros motivos. En la película la imagen inicial de pueblo idílico se va remplazando por el egoismo y la crueldad de sus ciudadanos. Con tal de representar esta imagen global del pueblo, se suprime todo elemento que limite el campo de visión de la cámara. Así, todo atisbo de intimidad o individualidad desaparece, y el pueblo se convierte en un todo, una masa ques e aprovecha y explota a la protagonista.

Otro uso que se le da a este recurso es el de favorecer a la figura del narrador omnisciente. Este narrador es muy frecuente en la literatura, pero no lo es tanto en el cine, o al menos no de forma tan explícita. En esta película, no obstante, no solo aparece, sinó que la puesta en escena de la película responde a la percepción omnisciente de este.